Esta mañana he salido a correr a eso de las 7:15 a.m. Me he despertado con ganas de salir a machacar el asfalto y he salido a la terraza para ver que tiempo hacía: 2 grados bajo cero ! Glup !! hay que tener muchas ganas de correr para cambiar el calor de tu pijama y las sábanas por unas zapas y salir a comer hielo... pero lo he hecho y ha sido una gozada. Me he puesto mis asics de trail y he decidido hacer los 60' que hoy me tocaban por la montaña de Collserola. Pedazo entreno que me he metido al cuerpo. No tanto por el tiempo y los km ( en total 11 ) sino por las magníficas sensaciones que he disfrutado. No hacía nada de viento y el frio era seco, muy seco. Había una buena capa blanca de escarcha que cubría todos los árboles y le daba al paisaje un aspecto totalmente invernal. Y ahí estaba yo, corriendo bajo cero y pensando que correr así era algo de lo más normal del mundo, vamos como si lo hiciera cada día. Me he sentido muy bien ( aluvión de endorfina, supongo ) y cuanto más se me congelaban las orejas mejor me encontraba en medio del bosque.
Al poco rato ha empezado a despuntar el día. El solecito ha comenzado a salir poco a poco y el paisaje ha ido cambiado de color; de la quietud de un precioso gris blanquecino a un timido naranja que se colaba por cada rama de árbol. Y yo mientras dando zancadas por la tierra dura y helada...
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