miércoles, 28 de abril de 2010






CRONICA DE UN MARATHON:
MADRID 2010

Este domingo pasado corrí el MARATHON DE MADRID. Lo escribo así, en mayúsculas, porque creo que lo merece. Es un marathon GIGANTE, con una organización muy buena y un recorrido para poner los pelos de punta, con un final de 7 Km en cuesta ( del km 35 al 42 ) que hacen aún más grande la proeza de acabar esta carrera. Yo no llevo muchos marathones en las piernas, de momento este ha sido el 6º, pero sin duda el MAPOMA 2010 me ha parecido el más especial de todos. Creo que ha sido una de esas carreras dónde la palabra MARATHON cobra un significado real y auténtico. Sin duda hay marathones más planos y sencillos, con un recorrido más proclive a que hagas una buena marca personal, pero esta carrera claramente no es de esas.

Ya desde la salida empezamos en una ligera aunque continua subida de unos 5 km que me envía un mensaje directo a las piernas, como para avisarme de que esto no ha hecho más que empezar. Voy muy fresco, de cabeza y de fuerzas y casi ni me entero, pero ahí está. Luego la carrera discurre por todo el centro de Madrid, entre calles muy concurridas de animación, Gran Vía, Preciados y con importante desnivel hacia abajo, lo que hace que me confíe y aprete un poco más de la cuenta mi velocidad de crucero... lo pagaré !

A partir del paso de la primera mitad, la carrera entra en otra fase, hay una parte muy plana y algo monótona que va del km 22 al km 25 más o menos y luego entra de lleno en la Casa de Campo. Ahí escuché un comentario de otro corredor que decía: " aquí más vale buscar compañía y meterse en algún grupito, sino se hace muy dura"... que gran verdad. Hace ya un sol y un calor de justicia, unos 20º o más, hay nula animación en todo el recorrido y aunque hay algunas sombras por los árboles, lo cierto es que empiezo a sudar de lo lindo y a tener sed... mal asunto. Son unos 7 km por medio de la Casa de Campo y noto que por primera vez en la carrera empiezo a perder algo de tiempo en cada parcial, las piernas ya no van tan finas y las sensaciones ya no son tan buenas. Me sorprende, pues todavía queda mucha carrera, pero pienso que la cosa no irá a mayores y que podré aguantar.

Como hay tan poca gente animando en esta parte del recorrido solo se oyen los pasos y la respiración acompasada de los corredores, impresiona, ya casi nadie habla, todo el mundo va concentrado y a lo suyo, empieza el sufrimiento personal e intransferible de cada uno... km 27, km 28, km 29... empiezo a ver a los lados a los primeros corredores parados o andando, el calor empieza a hacer estragos, todavía falta lo peor.

Por fin salimos de la Casa de Campo. Estamos en el km 32 y ya no voy nada bien. He bebido bastante líquido y me he tomado un gel de carbohidratos, un chute directo de azúcar, pero las piernas ya empiezan a quejarse del machaque. Paso el km 33 y subo una cuesta corta pero intensa, voy relativamente bien de pulsaciones, pero muscularmente ya estoy tocado. Bajo la cabeza, inclino el tronco y me concentro en cada zancada, intento que las piernas adopten un ritmo cómodo y acorto un poco el paso, ahora ya veo que mi tiempo en la llegada no va a ser el que preveía pero no me importa demasiado, prefiero adaptarme y seguir. Ya voy sufriendo.

Llego al km 35, empieza con una subida que ya no dejará de picar hacia arriba casi hasta la meta, y también empieza el verdadero MARATHON. Hasta ahora he tenido malas sensaciones, dolor de piernas y mensajes negativos de mi cabeza que más o menos he ido solventando sobre la marcha. Ahora y casi de repente me encuentro con que mis piernas se empiezan a poner rígidas y tengo amagos de calambres. Ya conozco estas sensaciones y me temo lo peor. Se abre la caja de Pandora. Del amago paso a una fuerte rampa en toda regla en la parte baja del cuádriceps. Sigo corriendo pero me duele con cada zancada y mi ritmo cae más de medio minuto por km. El recorrido sigue en cuesta y hace mucho calor, bebo agua y varios vasos de isotónica, esperando recuperar algo de sales para mis piernas, pero ya no hay remedio. Ahora son los isquios los que me hacen notar su fatiga, primero una rampa en el derecho y luego otra más en el izquierdo. El dolor va y viene en ambas piernas, intento aguantarlo y seguir, aunque sea a ritmo lento, pero me duele cada vez más y temo que en cualquier momento las piernas se me van a quedar clavadas, voy muy pesado, apreto los dientes y me digo que no puedo parar, que si lo hago luego ya no podré volver a correr... Pero me paro y echo a andar. Es la primera vez que me ocurre en un marathon. Me siento raro, como si hubiera cruzado un umbral desconocido. Solo dura unos segundos, el tiempo que tardo en pensar esto y ponerme de nuevo a correr, pero tengo una cierta sensación de amargura y también de tristeza. Apenas voy por el km 36.

A partir de aquí mi MARATHON es una lucha constante en mi cabeza entre elegir si seguir corriendo muy lento y aguantar el dolor o ponerme de nuevo a andar y mitigar un poco el sufrimiento. LLego al km 37 totalmente fundido. Muscularmente apenas puedo correr bien y me voy parando cada 200 o 300 m. Cada vez que vuelvo a correr el dolor me recorre todas las piernas y esa sensación se me graba en la cabeza. La carrera sigue en cuesta arriba. Hay literalmente decenas de corredores andando, parece una película mala de zombies, sus caras son de impotencia, de derrota, de dolor y los que siguen corriendo lo hacen con el gesto contraído, con la postura inclinada y el paso casi vacilante, no puedo ni quiero imaginarme lo que debe estar pensando cada uno. La gente no para de animar, de decir que ya casi estamos, pero yo pienso que aún nos quedan 4 km hasta la meta y me parece que es como intentar llegar a la otra cara de la luna... km 38, cuesta arriba, km 39...

Subo la cuesta de la calle Alfonso XII y pienso que esto es una tortura. Como alguien puede poner este km, el 40, en esta calle y con esta pendiente. Me vuelvo a parar y ando unos metros. Un corredor me pasa a buen ritmo y me anima a seguir corriendo, "vamos aquí ya no puedes parar, hay que seguir" dice, intento echar a correr pero no lo consigo, lo que me pasa es que no quiero seguir corriendo, quiero que esto acabe y quiero llegar a la meta como sea, pero simplemente ya no me apetece seguir corriendo.

Termino la cuesta de Alfonso XII y giro a la derecha en la calle Alcalá, me fijo en el monumento de la Puerta y pienso que ya nunca lo veré igual. La calle sigue cuesta arriba paralela al parque del Retiro, esto ya se acaba, voy por el km 41. Solo falta un km y luego los metros finales de gloria hasta cruzar la meta. Saco fuerzas de los ánimos del público que llena los lados del recorrido y aprieto el ritmo. El isquiotibial izquierdo se me sube casi hasta el glúteo y me tengo que parar de nuevo, apenas estoy a 100 m de la meta. Me digo que tengo que entrar corriendo, que de ningún modo voy a cruzar el arco de llegada de un marathon andando así que apreto los dientes me emociono como un niño y echo a correr. Al llegar a meta levanto los brazos. Como siempre.

He tardado tres horas, cuarenta y seis minutos y cincuenta y cuatro segundos.

2 comentarios:

Tev dijo...

No tenia localizado tu blog, lo pongo en la lista de blogs del mio. Esta muy bien.

Anónimo dijo...

Gracias TEV idem !! :)))